martes, 3 de diciembre de 2019

Historia breve de un hombre tímido


Para la chica de las fotos de robots.

Siempre me ha pasado lo mismo. No puedo hablar con gente nueva sin que mi mente se oponga totalmente a ello. Siempre tengo la intención de hacer nuevos amigos pero a la hora de la hora los nervios me atacan y prefiero no intentar nada para mantenerme tranquilo.
Varios pensamientos pasan por mi mente, los cuales  me impiden hacer eso que a otras personas les puede parecer cotidiano y sencillo. “No eres agradable” me susurra mi conciencia, “a nadie le interesa lo que tengas que decir”.
Es por eso que quiero contarles la historia, de como por fin, después de 17 años que tengo sobre la fas de la tierra, he podido vencer esa barrera mental que siempre me ha perturbado, y privado de lo que quizá podrían haber sido muy buenas amistades.

Es curioso como mi mente se puede enfocar en ciertas cosas, y darle vueltas y vueltas por días, meses e incluso años.
No siempre he tenido esta fijación con ser social o no serlo, solo llega cuando me veo  en una situación en donde socializar seria lo propio, en este caso, surgió en mi primer concurso de guitarra clásica en Salamanca.
Llegue ese día por la mañana a hacer mi inscripción y me puse a calentar y a mentalizarme para poder tocar lo mejor posible.  En el momento en que empezaron a llegar los demás concursantes, mis nervios dejaron de ser por el miedo a pasar a tocar en público, y se desviaron a ser a nervios por hablarle a las personas ( lo cual quería hacer para tener amigos de esta área).
Mientras calentaba, una chica se sentó como a 4 guitarras de distancia de mi y comenzó a afinar su guitarra en los pasillos  amplios de la Hacienda de Salamanca. En ese momento toda mi atención se centró en “socializar” y en agarrar ánimos para hablarle.  “A las tres le voy a decir que de donde viene” pensaba, sin embargo contaba 3 y no lo hacía. Conté hasta 3 unas 10 veces, pero no logre decir siquiera una palabra. Curiosamente, justo cuando por fin iba a contar hasta 3 y ahora si decirle algo, ella se paró y pasó al cuarto en donde estaban concursando. Eso fue lo más cerca que estuve de hablar con alguien en ese concurso.

Algunos meses después, ahora en mi tercer concurso de guitarra en Uurapan, mi fijación por socializar y hacer más amigos empezó días antes de viajar para el concurso. Mi fijación se volvió tan grande y obsesiva, que como prioridad había puesto en mi lista de metas “Hablarle a alguien en el concurso”, seguida de “Tocar lo mejor posible”.
Llegando al lugar donde iba a tocar,  una antigua fábrica de charandas, me repetía mis metas en la  mente “tengo que hablarle a alguien y tocar lo mejor posible, hablarle a alguien y tocar lo mejor posible”.  Y ahí es cuando volví a ver a esa chica, esta vez a poco más de 2 guitarras de distancia de mi, tomando foto a  la lista del orden de concursantes.
Ese tenía que ser el momento. Y así, sabiendo que si no cumplía estas metas no podría estar satisfecho, por fin agarre el valor y lo hice “Tú estabas en Salamanca ¿no?” A lo que ella respondió “Si, con razón te me hiciste conocido”. Si les escribo el resto de la conversación que tuve con ella les estaría mintiendo, porque no se si fueron los nervios de no saber que decir, la emoción de haberle hablado a alguien, o ambas cosas las que me impidieron recordar las palabras que intercambiamos después.
Una vez habíamos pasado todos se reunieron en grupo  los concursantes para platicar. Y yo, ya no satisfecho con solo haberle hablado a duras penas y por “encimita” a alguien, me acerque para platicar con ellos. Para mi sorpresa la platica fluyó fácilmente, y como me pasó antes, no puedo contarles exactamente qué se dijo en esa conversación o les estaría mintiendo, lo único que si se, es que después fuimos en busca de alitas para comer, unas alitas que recordaré por siempre, y que simbolizan la victoria contra mi mente poco social, o mejor dicho, la victoria sobre la idea de que soy una persona tímida.

Una chica a la que le gusta poner fotos de robot  me dijo que volviera a escribir aquí, es la misma chica que afinaba su guitarra en los pasillos amplios de la hacienda de Salamanca y la misma a la que nunca pensé que podría hablarle, así como a ninguno de los demás amigos que hice en ese concurso. Es por eso que aquí estamos una vez más, quizá sea el inicio de una racha de escritos, o quizá la ultima vez que escriba nunca.

Hasta pronto lectores.

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